JUSTICIA DENEGADA para las Mujeres.
¿Omisión o ineptitud?
Las víctimas eran Claudia Ivette, Laura Berenice y
Esmeralda, la dos últimas menores de edad. Una sentencia fue comunicada a
México, el clamor de justicia de tres familias por fin fue escuchado, no por
las instituciones mexicanas -quienes discriminaron, revictimizaron y negaron el
acceso a la justicia-, sino por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, Tribunal que condenó a México por violación
de derechos humanos.
Después
de su desaparición y ulterior muerte, las familias y las madres de las
víctimas, denunciaron su desaparición y solicitaron la búsqueda y localización
de sus hijas, algunas de las respuestas de funcionarios estatales -además de
esperar las cuestionadas 72 horas- fueron las siguientes: “son sólo
muchachas corrientes y por lo tanto no eran consideradas una gran pérdida”; “seguro
se había ido con el novio, porque las muchachas eran muy voladas y se les
aventaban a los hombres”; “a lo mejor se fue con el novio, que a lo mejor al
rato regresaba”; “no está desaparecida, anda con el novio o anda con los amigos
de vaga”; “que si le pasaba eso era porque ella se lo buscaba, porque una niña
buena, una mujer buena, está en su casa”. Visible fue que las respuestas
vertidas por funcionarios estuvieron influenciadas por un contexto de
discriminación basada en el género. El Relator Especial sobre la independencia
judicial de la ONU, señaló: “al principio es indudable que estos hechos no
conmovieron mucho a los agentes de la policía y a los procuradores, quienes
llegaron incluso a reprochar a las mujeres su presunta falta de moralidad”.
La
sentencia conocida como “Campo Algodonero” además de cimbrar a México lo exhibió
por la impunidad de estos crímenes. Distintas pruebas allegadas al Tribunal
Interamericano, señalaron, que funcionarios del estado de Chihuahua y del
Municipio de Juárez minimizaban el problema y llegaron a culpar a las propias
víctimas de su suerte, por su forma de vestir, por el lugar en que trabajaban,
por su conducta, por andar solas o por falta de cuidado de los padres.
La
sentencia además advirtió que la impunidad de los delitos cometidos envía el
mensaje de que la violencia contra la
mujer es tolerada, lo que favorece su perpetuación y la aceptación social del
fenómeno, el sentimiento y la sensación de inseguridad en las mujeres, así como
una persistente desconfianza de éstas en el sistema de administración de
justicia”. Al respecto, el Tribunal Interamericano resalta lo precisado por la
Comisión Interamericana en su informe temático sobre “Acceso a la Justicia para
Mujeres Víctimas de Violencia” en el sentido de que la influencia de patrones
socioculturales discriminatorios puede dar como resultado una descalificación
de la credibilidad de la víctima durante el proceso penal en casos de violencia
y una asunción tácita de responsabilidad de ella por los hechos, ya sea por su
forma de vestir, por su ocupación laboral, conducta sexual, relación o
parentesco con el agresor, lo cual se traduce en inacción por parte de los
fiscales, policías y jueces ante denuncias de hechos violentos. Esta influencia
también puede afectar en forma negativa la investigación de los casos y la
valoración de la prueba subsiguiente, que puede verse marcada por nociones estereotipadas
sobre cuál debe ser el comportamiento de las mujeres en sus relaciones interpersonales.
Estos crímenes sucedieron en
Ciudad Juárez, y la omisión primero del gobierno de Chihuahua seguido del
Federal permitió que el caso llegará hasta un Tribunal Internacional condenando
a todo el país a establecer y unificar criterios
y estándares de investigación policial, pericial y ministerial, a obligar a la
capacitación de servidores públicos en materia de género y derechos humanos, a
adoptar protocolos de búsqueda y localización de mujeres y niñas tales como el Protocolo Alba o Alerta Amber. Los crímenes se
siguen perpetrando, las asignaturas pendientes en materia de procuración e
impartición de Justicia siguen siendo voluminosas, la violencia institucional
que padecen las víctimas sigue siendo una realidad. La pregunta persiste: Estos
funcionarios que discriminan, estereotipan y revictimizan a las mujeres
negándoles su derecho de acceso a la justicia sólo existen o existieron en
Ciudad Juárez? ¿Qué se puede decir respecto a Baja California? La siguiente reflexión de Martin Luther King
nos esperará hasta la semana entrante, "Tengo un sueño, un sólo
sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con
la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas".