“Vieja
quien llegue al último”
Por Elvira Luna Pineda
Cuando se habla de violencia contra
las mujeres, en ocasiones se describen a los factores que la originan y
multiplican y pareciera que nace en otra sociedad en una galaxia lejana. Sin embargo no es así,
la violencia contra las mujeres y la violencia de género existen porque hay una
sociedad que la tolera, normaliza y la reproduce en casa, en la escuela, en la
calle, en el trabajo y en cada medio social en el cual los seres humanos nos
desarrollamos desde que nacemos.
Analicemos. ¿Quién no ha dicho alguna
vez en su vida “vieja quien llegue al último”? Seguramente nadie nos salvamos.
Cuando jugábamos a “los quemados”, “los encantados” o simplemente en cualquier
carrera que se improvisaba en cualquiera de las calles y callejones de nuestras
comunidades, quien llegaba al último era vieja. ¿Y por qué? Pues porque
independientemente de que quien llegue al último fuese niña o niño, por el sólo
hecho de ser tan lento, merecía ser mujer, es decir “vieja”. Y resulta que
todos, niños y niñas corríamos despavoridos porque nadie, absolutamente nadie
queríamos llegar al último. El castigo era mayúsculo, seríamos “vieja”.
¿Qué acaso no hay hombres o niños
lentos? O en su caso ¿No hay mujeres y niñas veloces? A ambas preguntas la
respuesta debe ser “si”. Sin embargo históricamente nos infundieron que la
competencia y la velocidad eran características de arrojo y determinación, las
cuales han sido históricamente masculinas. Y ¡ay! de aquella mujer que se
atreva a competir porque se ganaba miles de motes relacionados con
masculinidad, o por lo menos se nos decía: “esos juegos no son de niñas”. Jugar
a las muñecas y a los trastecitos han sido los juegos permitidos o empujar la
carriola con una muñeca bebé. Actividades que predisponen a los roles sociales
permitidos que debe asumir la mujer en la sociedad. No nos asustemos. La
violencia existe porque así nos han educado. No por esto la debemos normalizar
y ejercer, sino conocer porque en lo individual se genera y porque la sociedad
la ve como algo normal. Eso es lo que debemos desnormalizar y deconstruir.
Monserrat Boix explica como en el
Renacimiento, por ejemplo, es una etapa que constituyó el “renacer” sólo para los
hombres, para quienes las posibilidades educativa y laborales fueron mejoradas,
sin embargo explica, “…para las mujeres
fue todo lo contrario: no pudieron acceder a la educación humanista y los
nuevos estados, centralistas y uniformadores, y se dictaron leyes que restringieron
aún más sus posibilidades”. Resalta además como la fundación de las
universidades fue patrimonio de los varones con una gran repercusión negativa
para las mujeres. “Hasta el siglo XIII la
presencia e influencia femeninas en la educación son mayores que las de los
varones, son activas enseñantes, intelectuales, mecenas y escritoras pero la
universidad excluye a las mujeres y el saber pasa a ser patrimonio del varón”.
Dichos misóginos y chistes en torno a
las mujeres y su falta de seriedad al pensar, etiquetándola como ser “no cerebral o mono neuronal” queda de
manifiesto también en la historia: Por ejemplo Aristóteles dijo: “La hembra es hembra en virtud de cierta
falta de cualidades”. Erasmo de Rotterdam esbozó “La mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido, aunque
agradable y gracioso”. Pitágoras no se quedó atrás: “Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y el hombre, y
un principio malo, que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer”. Goethe:
“Al envejecer, el hombre construye su
rostro y la mujer lo destruye”. Oscar Wilde dejó de manifiesto su misoginia
en la siguiente frase: “La única manera
de comportarse con una mujer es haciendo el amor con ella si es hermosa y, si
no lo es, haciéndolo con otra”.
Innumerable la cantidad de frases que
en la historia han influido hasta nuestros días en la cosificación de las
mujeres y en la normalización de la violencia que se ejerce.
Y así llegamos hasta nuestros días
con frases que se dicen hasta en discursos iracundos cuando alguien quiere
poner énfasis en sus palabras, no falta la frase que reza: “no llores como
mujer, lo que no supiste defender como hombre”. Estoy segura que la han
escuchado. La violencia no es normal. La paz, es tarea de todos y todas.
Construyámosla pues, les invito. A propósito del 25 de noviembre, Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
Y mientras esperamos para leernos la
semana entrante, les invito a la reflexión, en esta ocasión verdaderamente concienzuda
y obligada, de la frase de Marcela Lagarde: “El patriarcado es fuerte; fuerte y
se renueva, se revitaliza, nos contesta con cada vez mayor precisión, cada vez
sabe dónde pegar más fuerte…, si en un inicio el discurso feminista no lo
entendían los detractores del feminismo…, poco a poco ya hasta se lo apropiaron,
y resulta que… hay perspectiva de género en dictaduras africanas”.
Twitter: @mujerporlapaz