lunes, 14 de septiembre de 2015

Embarazos adolescentes y transmisión intergeneracional de la pobreza

Pobreza por herencia
Por Elvira Luna Pineda

Como sociedad y como familias, hay un mensaje que hoy por hoy debiéramos estar enviando en forma contundente a las mujeres adolescentes: “Si estudias cambiarás tu vida, si no, cambiarás pañales”. Así lo dicen algunos promocionales del Gobierno del Estado. ¿Por qué comparto con ustedes esta idea ruda pero cierta? Porque definitivamente hoy por hoy, el concepto de “la transmisión intergeneracional de la pobreza” está íntimamente relacionado con el aumento de embarazos adolescentes y la involución de la calidad de vida de ellas y de sus hijas e hijos. Analicemos. Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México ocupa el primer lugar por embarazos en adolescentes y jóvenes de entre 15 y 19 años. De acuerdo con cifras del INEGI Baja California se encuentra entre los estados con mayor incidencia de embarazos adolescentes, al igual que Guerrero, Nuevo León, Chiapas, Coahuila, Durango, Tabasco, Sonora, Tlaxcala, Colima, Querétaro y Yucatán.

Analizando en particular el caso de nuestro estado, podemos advertir que en Baja California viven aproximadamente 320 mil adolescentes entre 15 y 19 años, representando al 9.4 de la población estatal. También en nuestro estado, la vida sexual de las adolescentes de 15 a 19 años, empieza en promedio a los 15.7 años. En forma paradójica la principal causa de muerte en las niñas de entre 15 y 19 años está relacionada con el embarazo y el parto. ¿Qué nadie se da cuenta de esto?
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Datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2009 publicados por COPLADE, señalan que en Baja California en 2009 del total de embarazos de mujeres entre 15 y 19 años tres de cada 10 fueron embarazos no planeados y más de uno de cada 10, fueron no deseados. Al examinar estos números se percibe con claridad que más del 40 % de los embarazos de adolescentes entre 15 y 19 años las tomo por sorpresa, y seguramente el impacto en su vida fue drástico.

Está comprobado que las mujeres adolescentes durante o después del embarazo abandonan la escuela. Si no estudian, ¿cómo conseguirán trabajos más dignos y mayor remunerados que les represente mejor calidad de vida?

De acuerdo con información y recomendaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Protección de la Infancia “ las niñas que han recibido educación tienen menos probabilidades de casarse precozmente  y quedar embarazadas en la adolescencia, y más probabilidades de contar con conocimientos amplios y correctos sobre el VIH/sida y de tener hijos saludables”.

Es necesario que efectuemos una mayor inversión pública y privada en las niñas y las adolescentes. Las niñas educadas que disfrutan de buena salud tienen mayores oportunidades de desarrollar  plenamente su potencial y ejercer efectivamente sus derechos humanos, Podrán –en consecuencia- ser una fuerza para el cambio en sus comunidades y para las futuras generaciones.

Esteban Caballero Carrizosa Politólogo y Representante del Fondo de Población de Naciones Unidas en el Perú, sobre la transmisión intergeneracional de la pobreza ejemplifica en forma clar en un caso concreto sobre embarazo adolescente: “Un embarazo no planificado en esa etapa de vida puede ocasionar una serie de trastornos en el desarrollo de una joven, a lo mejor provocando la deserción escolar, dificultando el acceso al mercado de trabajo o creando vulnerabilidades para la explotación sexual. Esa joven va a perder oportunidades de seguir formándose y por ende de aspirar a un trabajo decente, y los hijos de esa madre adolescente también se encontrarán en desventaja”.

El acceso a la educación y salud señala Caballero, son dos derechos humanos que al garantizar su ejercicio, podrá  romperse la transmisión inter-generacional de la pobreza.

El “efecto niña” es una iniciativa mundial que les confieso me congratula por su retadora y alcanzable visión, es  promovida por María Eitel, Presidenta de la Fundación Nike quien dice: “Sí, es cierto que las niñas a menudo enfrentan obstáculos enormes, pero también representan una promesa sin igual”.

Esta iniciativa, ha revelado a través de diversos estudios que “cuando las mujeres y las niñas ganan un salario, reinvierten el 90% del mismo en sus familias; los hombres y los niños, en cambio, sólo reinvierten entre el 30% y el 40%”. Y no sólo eso, “los estudios muestran asimismo que niveles superiores de escolarización entre las mujeres se corresponden con una mejor salud neonatal e infantil”.

Las niñas definitivamente son agentes transformadoras de esta sociedad que las requiere vivas, plenas, y con la educación que los retos actuales exigen. Es un gran desafío que en forma obligada, aun con las incapacidades gubernamentales, debe convertirse en política social. Cortemos el ciclo de la transmisión intergeneracional de la pobreza y eduquemos a las niñas.


Donde hay una niña con educación, hay desarrollo. La educación de las niñas es sin temor a equivocarme, la mejor inversión que familias, sociedad y gobierno podemos hacer. ¡Invirtamos ahora, y pronto los resultados serán tangibles para todos!