miércoles, 16 de septiembre de 2015

¿Por qué los hombres violan a las mujeres?

¿Por qué los hombres violan a las mujeres?
Por Elvira Luna Pineda


Uno de los motivos que más incide en la desigualdad entre mujeres y hombres es la cosificación y pertenencia de las mujeres. En la historia, las mujeres hemos pagado caro el hecho de ser mujeres. Hace muy poco tiempo que las mujeres podemos escribir y vivir nuestra propia historia como meras protagonistas de nuestros tiempos, aportando y cuestionando las formas y el fondo de las estructuras y sistemas que nos habían mantenido en el ostracismo. Como en toda guerra –la guerra del poder en la sociedad- los vencedores han escrito la historia. Analicemos y reconstruyamos la historia para entender porque hasta en la actualidad en nuestras sociedades “modernas” se siguen arrastrando visos de desigualdad normalizada desde las familias e institucionalizadas por los gobiernos. Monserrat Boix explica como el Renacimiento -por ejemplo-, fue una etapa que constituyó el “renacer” sólo para los hombres, para quienes las posibilidades educativas y laborales fueron mejoradas, sin embargo explica, “…para las mujeres fue todo lo contrario: no pudieron acceder a la educación humanista y los nuevos estados, centralistas y uniformadores, y se dictaron leyes que restringieron aún más sus posibilidades”. Resalta además como la fundación de las universidades fue patrimonio de los varones con una gran repercusión negativa para las mujeres. “Hasta el siglo XIII la presencia e influencia femeninas en la educación son mayores que las de los varones, son activas enseñantes, intelectuales, mecenas y escritoras pero la universidad excluye a las mujeres y el saber pasa a ser patrimonio del varón”.

 La caza masiva de brujas en la antigüedad es una época que la iglesia no puede eludir, quemando en la hoguera a toda aquella mujer que al no ceñirse a los cánones sociales significaba una amenaza para el sistema social instituido. No sé porque me recuerda a una estigmatización moderna, ya no son quemadas en la hoguera, pero si desprestigiadas y difamadas antes o después de su muerte, llegando incluso a justificar “que por andar de antro”, “por salir en la noche a divertirse” o simplemente por “no ser una mujer buena” le pasó lo que le pasó. Y así vemos como desde la historia la marginación y la nulidad en la cual se ha colocado a las mujeres, ha llegado hasta nuestros días, hoy por hoy, en donde violaciones incluso de niñas de 5 años son justificadas diciendo: “ella lo provocó”. Así de ruin.



Dichos misóginos y chistes en torno a las mujeres y su falta de seriedad al pensar, etiquetándola como ser “no cerebral o mono neuronal” queda de manifiesto también en la historia. Por ejemplo Aristóteles dijo: “La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades”. Erasmo de Rotterdam esbozó “La mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido, aunque agradable y gracioso”. Pitágoras no se quedó atrás: “Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo, que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer”. Goethe: “Al envejecer, el hombre construye su rostro y la mujer lo destruye”. Oscar Wilde dejó de manifiesto su misoginia en la siguiente frase: “La única manera de comportarse con una mujer es haciendo el amor con ella si es hermosa y, si no lo es, haciéndolo con otra”. Y así es innumerable la cantidad de frases que en la historia han influido hasta nuestros días en la cosificación de las mujeres trascendiendo a la transgresión de sus derechos.



La violación sexual es una agresión, un delito en la mayor parte de las sociedades civilizadas, pero que aún con gran civilización se sigue cuestionando la frivolidad de la mujer en condición de víctima y justificando al agresor. Por ejemplo, en gran cantidad de casos de violación los agresores declaran ante las autoridades: “La violé porque primero si quería y luego ya no”; “lo hice porque siempre pasa por donde trabajo y no me hace caso”. “La viole porque está bien buena y nunca me iba a pelar”. “La violé porque una mujer decente no camina sola por la calle, si anda sola eso es lo que anda buscando”. “Para darle una lección porque a mí nadie me rechaza”. “La violé porque era una pordiosera, su vida no valía”. “La violé porque se subió en el asiento delantero de mi taxi y traía falda, era señal de que quería algo”, “la violé porque era una delincuente que fue detenida, y a las mujeres malas hay que castigarlas”. “La violé porque la veía bajar del camión todos los días frente a donde trabajo, y pues se me antojó”.


En junio pasado en una escuela primaria de Tamaulipas, un grupo de 3 niños de segundo de primaria “jugaron a la violación” y escogieron a su víctima de entre sus compañeras, eligiendo a “la más bonita del salón”. Cuando la maestra los sorprendió en plena agresión, -de acuerdo con versiones de medios de comunicación-, los niños ya tenían a la niña bajo el escritorio del salón, ya le habían quitado la blusa y uno de los niños ya se había quitado la camisa con la intención de perpetrar el acto. ¿Que han visto y escuchado estos niños? ¿Quién los ha enseñado que a las mujeres se les viola? ¿Cómo han aprendido a sus 7 u 8 años que las mujeres bonitas son para violarse? Y así en esta sociedad actual, moderna y “civilizada” en la que vivimos, sobrados siguen siendo los motivos que los hombres tienen para agredir a las mujeres. Así de variados también son los motivos que nuestra surrealista sociedad tiene para culpar a las mujeres en condición de víctima por la agresión de que fueron objeto y hasta señalarlas como “mujeres fáciles”, porque finalmente dicen algunos: “el hombre es hombre”. 

Mientras esperamos para leernos la semana entrante, les invito a reflexionar con la siguiente frase: “Destruyamos la idea de que los hombres deben respetar a las mujeres porque son sus hijas, madres o hermanas. Reforcemos la idea de que los hombres deben de respetar a las mujeres porque son personas”.