martes, 9 de junio de 2015

Necesitamos un “gobierno corrupto”.



Por Elvira Luna.


Estoy segura que al leer el título de esta columna la respuesta lógica y natural es: que ya tenemos muchos y de todos los orígenes partidistas. Les platicaré un poco de que se trata. A finales de los años ochenta en Baja California vivimos la fiebre de la “Ruffomanía”, muy parecido a lo que ahora se vive en Nuevo León con el fenómeno del “Bronco”. Como mujer joven, casi adolescente en aquellos tiempos, una natural rebelión me invadía –como a muchos- por acabar con los gobiernos corruptos que hasta aquella época sólo emanaban del PRI, ya que no había gobernado partido distinto a ellos.

Con toda mi fuerza e ímpetu juvenil me acerqué al PAN, en aquel entonces –creo que a la gran mayoría- sólo nos motivaba el sumarnos a una causa ciudadana, democrática, libre y espontánea para lograr el tan anunciado y prometido “cambio”. El PAN llegó pero al “cambio” le cerraron la puerta.

El PAN me convenció, creí en esa gran causa que con un “proyecto de nación” cambiaría el rumbo de este país atascado en la corrupción, los excesos del poder y la impunidad. Le creí al PAN. No fui la única. Gran cantidad de mujeres y hombres en México creímos que el PAN, al ser históricamente la segunda fuerza política, podría llegar a gobernar y hacer realidad los principios que en la doctrina prédica y en la realidad olvida.

A inicios de los años noventa, cuando se decían aquellos discursos estrujantes que convencían a multitudes, era realmente motivante participar, ya que verdaderamente creíamos que estábamos abonando a la construcción de una nueva y mejor etapa del país.

Cuando redactábamos los discursos que se dirían en alguna asamblea, convención o en algún evento masivo, cuidábamos cada detalle, cada palabra para encender los ánimos y desatar el furor de los asistentes. Al terminar los ensayábamos, leíamos y cuando considerábamos que hacía falta una frase para encender más aun el ambiente y el frenesí del evento, invariablemente alguien decía: “ahí hace falta un gobierno corrupto”, esto con la finalidad de incluir en el texto del discurso estas palabras, ya que al mencionar “el gobierno corrupto” era invariablemente procedente del PRI y la reacción que ocasionaba era un “bravo” apabullante porque lo que queríamos era que estuvieran fuera del poder.

Las cosas han cambiado, ahora como ciudadanía sabemos que “el gobierno corrupto” no se limita a colores, ni partidos y mucho menos a ideologías. Como ciudadanía casi en estado de indefensión hemos constatado que la democracia y la alternancia en el poder solo nos han traído un relevo en el mando, aparejada de la voracidad de una oposición complaciente mientras le lleguen al precio.

Es lastimoso que ahora el PAN, ese partido que –en teoría- coloca en el centro de sus principios de doctrina a “la dignidad de la persona humana”  nos quiera convencer de que es mejor al gobernar aplicando el “muertometro”. Es decir, “placea” a su expresidente y a su esposa, y nos bombardean de mensajes en redes sociales sobre las bondades de su gobierno; y con indignante numerología destacan que en su gobierno “sólo” hubo 121 mil 683 personas asesinadas en forma violenta”. Claro, además de desaparecidos, secuestrados, familias desplazadas por la violencia, entre muchas desgracias y desvergüenzas más. El ex presidente Calderón denunciado por “delitos de lesa humanidad” ante la Corte Penal Internacional en La Haya, sale a la calle y con singular desmemoria nos emplaza a volver al PAN, ¿porque no habríamos de volver? si en su sexenio sólo dejó de acuerdo con cifras oficiales del INEGI 121 mil 683 muertes violentas, lo que significa más de 56 personas asesinadas al día y más de dos por hora. ¿Dónde quedó el valor de la persona humana? Si bien es cierto ningún partido hoy en día es garantía de buen gobierno, honestidad y control del poder en beneficio de la ciudadanía, comprobado está y con creces que el PAN tampoco. Entre esos 121 mil muertos también hay niños y niñas, también hay madres, también hay personas enfermas, padres de familia y personas inocentes que se cruzaron con la perversidad; pero ahora tal parece que el poder los cegó y que la avaricia por seguir detentándolo les hace creer que la sociedad ya olvidó.

Definitivamente los gobernantes presentes y pasados le apuestan a la desmemoria ciudadana. El PAN que le reclamaba a Felipe Calderón haber enviado a este instituto político al tercer lugar en la elección presidencial del 2012 ahora lo trae por todo el país como regalito de dios. A él en campaña, a su esposa buscando la dirigencia del PAN y a su hermana la gubernatura de Michoacán, sin olvidar a Marianita Gómez del Campo haciendo campaña desde el Senado y moviendo sus piezas en el Distrito Federal.

La corrupción, el nepotismo, la todología de los funcionarios que hoy están en áreas de agricultura y mañana en educación, la simulación de causas ciudadanas, la creación de consejos creados ad hoc para no hacer nada y repartirse dinero público, el abuso del poder, el uso de programas oficiales para fines político-partidistas, entre muchos otros temas, eran parte de aquellos discursos de “los gobiernos corruptos” del PRI, que al llegar los gobiernos del PAN, lejos de erradicar esas  prácticas, las institucionalizaron al engolosinarse con las delicias que descubrieron con el abuso del poder.

A la distancia y lejos de mi casi adolescencia, definitivamente afirmo que no necesitamos otro gobierno corrupto, ni en discurso ni en la realidad, ya hemos tenido suficiente. Que no vengan más partidos, de muchos colores y con miembros reciclados a decirnos que ahora sí. Como ciudadanía no queremos otro gobierno corrupto. Hagámoslo posible. Menos gobiernos corruptos y más ciudadanía activa y responsable. Nos leemos la semana entrante.